tag:blogger.com,1999:blog-35564370.post7544886081258270201..comments2023-07-10T14:59:57.717+02:00Comments on Nos vemos en el blog: WaldsteinUnknownnoreply@blogger.comBlogger2125tag:blogger.com,1999:blog-35564370.post-410516938279667682007-06-01T16:47:00.000+02:002007-06-01T16:47:00.000+02:00Qué curioso que la señora en cuestión se llamaba L...Qué curioso que la señora en cuestión se llamaba Leonor... como el primer amor de Beethoven, como su única ópera... Mi primera profesora de piano de verdad (la del conservatorio que ostentaría ese título, no lo merece -ni profesora, ni de piano-) era una señora muy mayor, doña Antonia, que vivía con su hermana y que a pesar de su edad (yo creo que rondaba los ochenta) tocaba todavía estupendamente... quizás un joven estudiante escuchaba por las paredes de su piso toda la música que salía de su viejo piano, y empezaba a reconocerla y a apreciarla.<BR/><BR/>P.D. ¡Tengo teclado nuevo!Marianhttps://www.blogger.com/profile/01762513356514096458noreply@blogger.comtag:blogger.com,1999:blog-35564370.post-34952704802790148622007-06-01T09:14:00.000+02:002007-06-01T09:14:00.000+02:00¡Muchas gracias! HAy que ver, Marian, cómo estás a...¡Muchas gracias! HAy que ver, Marian, cómo estás al quite... No conocía esa cita de Waldstein, pero me parece preciosa: ¡de las manos de Haydn, el espíritu de Mozart! ¡Casí ná!.<BR/>Mi anciana vecina, no sé si porque la agilidad de sus dedos no era ya la necesaria o porque a ella le gustaba más así, hacía el allegro del primer movimiento un poco más pausado y se guardaba el estallido brioso para esa frasecita que repite con tanta elegancia... ¡Qué tiempos! Yo, al principio, pensaba que la música que oía procedía de un disco, pero el traqueteo de las teclas me lo desmintió. En diciembre de 1984, una faringitis me tuvo en cama durante unos días y la señora, oyendo mis constantes toses a través de las paredes, se presentó en casa con un vaso de leche con miel: así la conocí. Tuvimos en aquella mujer un refugio donde acudir cuando nuestra despensa -a final de mes- sólo tenía arroz y alguna lata de atún, cuando había algo interesante en televisión, cuando necesitábamos hablar por teléfono o cuando queríamos estudiar al calor de un hogar en vez de en un piso de estudiantes: las puertas de su casa estaban siempre abiertas y ella nunca dejó de sonreir. Supongo que no vivirá ya y, por tanto, sonará "Waldstein" por la inmensidad del cosmos. Yo echo mucho de menos el levantarme un sábado sin más ruido que el piano de Leonor.ANTONIO SEGOVIAhttps://www.blogger.com/profile/07196165461369238919noreply@blogger.com