Las Cantigas de Santa María, de Alfonso X, rey de Castilla, son una de esas joyas que nos acercan a nuestro pasado para ayudarnos a entender quiénes somos. No tenemos grandes certezas sobre su composición (¿fue Alfonso el autor de todas, o sólo de algunas? ¿fue una recopilación hecha por un equipo de músicos y poetas capitaneado por Alfonso?) ni sobre su interpretación, pero en cualquier caso son un testimonio que ha pervivido desde el siglo XIII, de enorme belleza y que podemos disfrutar desde varias perspectivas: musical, literaria, histórica, plástica... Un verdadero lujo.
A pesar de su apariencia de obra religiosa, estas más de cuatrocientas obras tienen sus raíces en la lírica trovadoresca. Así nos lo indican la utilización de la lengua vulgar (el galaico-portugués), el más que probable uso de instrumentos en su interpretación y la abundancia de estructuras formales como el virelai o la ballata, e incluso el zéjel, como afirman algunos estudiosos. Así, son una buena muestra de la delgada frontera que separaba lo religioso y lo profano en la Edad Media europea.
Como la música tiene la desventaja con respecto a otras artes que no requieren de intermediarios para su disfrute, (lo cual también puede ser visto como una ventaja: las posibilidades son inmensas), es necesario que los intérpretes la conviertan en sonidos. Y no son pocos los problemas a los que éstos se han de enfrentar cuando tratan de ejecutar obras tan antiguas. La notación aún no es tan precisa como cabría esperar. Y así, nos encontramos que estas partituras que se han conservado y nos saludan desde los albores de nuestra civilización carecen de notación de ritmo, y tampoco tienen indicaciones de tempo o de los instrumentos o voces con que se solían interpretar... una escueta línea melódica sobre la escritura del texto es todo con lo que podemos contar para lanzarnos a su ejecución. Esta es la partitura del prólogo, para que os hagáis una idea.

Hay que ser un verdadero estudioso del asunto para atreverse... A pesar de todo, desde los años 20 del siglo pasado hemos contado con transcripciones a la notación actual elaboradas por musicólogos. En los años 40 y 50, Higinio Anglés intentó descifrar las estructuras rítmicas, estableciendo las versiones que han sido consideradas "oficiales" durante largos años, aunque en la actualidad musicólogos e intérpretes prefieren trabajar con un ritmo más libre o variable. Esto da como fruto las muy diferentes versiones grabadas que podemos escuchar hoy en día de estas obras.
De entre tantas piezas, más de 400, hoy os traigo aquí la primera. Es el prólogo, en el que el rey-trovador pide permiso a su amada Virgen María para ser su trovador. El texto es una hermosa poesía, ingenua y fervorosa, y la música es de una belleza cautivadora en su sencillez. Las imágenes forman parte de varios de los manuscritos que se han conservado, en especial del Códice de El Escorial: son una fuente inagotable para el estudio de la organología (ciencia dedicada al estudio de los instrumentos musicales) de la época. Son muchos los instrumentos que se han podido reconstruir a partir de las preciosas miniaturas que adornan los manuscritos, y también se ha podido estudiar gracias a ellos la vida musical de la época.
El texto y la traducción, así como la grabación, proceden del libro Música 3º ESO de la editorial Alhambra, de Pilar Pascual Mejía. Las imágenes son de la web The Cantigas de Santa Maria, que tiene muchísimos enlaces muy interesantes además de facsímiles e imágenes de muchas de las partituras y de las miniaturas. También me parece muy interesante esta web en la que hay archivos MIDI y transcripciones de casi todas las cantigas.