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19 octubre 2008

Las bodas de Fígaro

Atticus nos habia dicho una vez que nunca se conoce realmente a un hombre hasta que uno se ha calzado sus zapatos y caminado con ellos. 
Harper Lee

Una de las cosas que más me asombran de Las bodas de Fígaro, y de las óperas de Mozart en general, es la capacidad que su autor muestra para adentrarse en personajes bien distintos, conocerlos  en profundidad y transmitir con una enorme sensibilidad todo lo que piensan y sienten, de modo que el oyente comprende y siente a ese personaje con absoluta precisión.

Mozart tenía 29 años cuando empezó a componerla. Era, a pesar de su juventud, un músico de gran experiencia ya que, como sabéis, empezó a componer a muy temprana edad. Este conocimiento de la música le podía proporcionar el oficio suficiente para generar obras de grandes proporciones, de una gran solidez compositiva,... pero, ¿de dónde saca la experiencia vital necesaria para comprender y componer unos personajes tan cercanos, tan ricos en matices, tan de veras? Susana, la Condesa, Cherubino, Fígaro, el Conde... no son meros tipos, sino que viven, sienten, palpitan y nos contagian con toda su vitalidad.

El amor está presente en toda la obra, y la acción dramática proporciona a Mozart la ocasión de analizar cómo se desarrolla este sentimiento, desde el anhelo adolescente de Cherubino:


... el amor pleno, sincero, correspondido y triunfante de Susanna:


Giunse alfin il momento
che godrò senz'affanno
in braccio all'idol mio. Timide cure,
uscite dal mio petto,
a turbar non venite il mio diletto!
Oh, come par che all'amoroso foco
l'amenità del loco,
la terra e il ciel risponda,
come la notte i furti miei seconda!
Deh, vieni, non tardar, oh gioia bella,
vieni ove amore per goder t'appella,
finché non splende in ciel notturna face,
finché l'aria è ancor bruna e il mondo tace.
Qui mormora il ruscel, qui scherza l'aura,
che col dolce sussurro il cor ristaura,
qui ridono i fioretti e l'erba è fresca,
ai piaceri d'amor qui tutto adesca.
Vieni, ben mio, tra queste piante ascose,
ti vo' la fronte incoronar di rose.

Llegó al fin el momento
en que gozaré sin inquietud
en brazos de mi ídolo. ¡Tímidos desvelos!,
¡salid de mi pecho!,
no vengáis a turbar mi deleite.
¡Oh, cómo parece que al amoroso ardor,
la amenidad del lugar
la tierra y el cielo respondan!
¡Cómo secunda la noche mis secretos!
¡Ah, ven, no tardes, oh bien mío!
¡Ven a donde el amor para gozar te llama!,
mientras luzca en el cielo la antorcha,
y el aire esté sombrío, y el mundo calle.
Aquí murmura el arroyo, aquí bromea el aura
que con dulce susurro el corazón conforta.
Aquí ríen las flores y la hierba es fresca,
aquí todo invita a los placeres del amor.
Ven, bien mío, entre estas plantas ocultas,
te quiero coronar la frente de rosas.


... la nostalgia por el amor perdido de la Condesa:


Porgi, amor, qualche ristoro
al mio duolo, a' miei sospir.
O mi rendi il mio tesoro,
o mi lascia almen morir.

Concede, amor, algún descanso
a mi dolor, a mis suspiros.
Devuélveme a mi tesoro
o déjame al menos morir.


... el amor exultante de Fígaro... y los celos, que le llevan a desafiar a su propio señor:


... hasta el amor egoísta que tan sólo busca satisfacer su propio deseo, que al tiempo es una demostración más de poder, en la figura del Conde:


Hai già vinta la causa! Cosa sento!
In qual laccio io cadea?
Perfidi! Io voglio...
Di tal modo punirvi... A piacer mio
la sentenza sarà... Ma s'ei pagasse
la vecchia pretendente?
Pagarla! In qual maniera!
E poi v'è Antonio,
Che a un incognito Figaro ricusa
di dare una nipote in matrimonio.
Coltivando l'orgoglio
di questo mentecatto...
Tutto giova a un raggiro...
il colpo è fatto.

Vedrò mentre io sospiro,
Felice un servo mio!
E un ben ch'invan desio,
ei posseder dovrà?
Vedrò per man d'amore
Unita a un vile oggetto
Chi in me destò un affetto
Che per me poi non ha?
Ah no, lasciarti in pace,
Non vo' questo contento,
tu non nascesti, audace,
per dare a me tormento,
e forse ancor per ridere
di mia infelicità.
Già la speranza sola
Delle vendette mie
Quest'anima consola,
e giubilar mi fa.

"¡Ya has ganado la causa!" ¡Qué oigo!
¿en qué trampa caía?
¡Pérfidos! Yo quiero...
de tal modo castigaros... a mi gusto
la sentencia será... ¿Pero si él pagase
a la vieja pretendiente?
¡Pagarla! ¿de qué manera?
Y después está Antonio
que a ese expósito de Fígaro le niega
a su sobrina en matrimonio.
Cultivando el orgullo
de este mentecato,
todo ayuda a la artimaña...
El golpe está hecho.

¿Veré, mientras yo suspiro,
feliz a un siervo mío?
Y un bien que en vano deseo,
¿él deberá poseer?
¿Veré por mano del amor
unida a un vil sujeto
a quién en mí suscito un afecto
y que por mí no lo siente?
¡Ah no!, dejarte en paz,
¡no deseo esta felicidad!
tú no naciste, audaz,
para darme tormento,
y también quizá para reírte,
para reírte de mi desdicha.
Ya la sola esperanza
de mi venganza
consuela a mi alma
y la llena de júbilo...


En la revista Scherzo, Arturo Reverter resume todo esto así:

Mozart acertó a recrear una acción en la que el amor es siempre protagonista sobre un fondo de conflicto social. Construyó una música capza de servir acciones paralelas, un complejo entramado regulado con una precisión, un ritmo, un pulso y una cadencia desconocidos hasta entonces; con un tempo musical continuo e implacable; con una fluidez asombrosa. Ante el oyente espectador se suceden vertiginosamente los hechos, discurren los personajes, se exponen los conflictos entre ellos. La música pinta admirablemente los estados de ánimo y hace lógicas las mutaciones, matiza hasta lo indecible las relaciones. Recitativo secco, accompagnato, arioso, arira, dúos, tercetos, cuartetos, sextetos, conjuntos más o menos amplios. Todo aparece en esta obra admirablemente soldado en un fluir continuo, imparable, inexorable. La voz y la orquesta, aunque independientes y con una vida propia, se unen y forman un solo cuerpo. Mozart, evitando ese aburrimiento que tanto preocupaba al mismo Beaumarchais, hace a la una y a la otra recitar la polifonía de los gestos y de las pasiones. Cada frase, cada ritmo, cada timbre y armonía tienen así, como señala Lanza Tomasi, una caracterización dramática. La escena, como tal, no sería ya necesaria: la música -el gesto musical- lo dice todo, contiene en sí misma el drama.

En la película Amadeus, de Milos Forman, Mozart trata de convencer al Emperador de que su ópera no tiene contenidos políticos para evitar la censura. Vehemente y apasionado, describe con orgullo su gran creación... es sólo ficción, pero nos acerca a la gestación de esta gran obra (a partir del minuto 4'52).






Y otro apunte de cine... una de las secuencias más conmovedoras de una película, para mí, inolvidable, está construida sobre una de las partes de esta ópera... el dúo de Susana y la Condesa, Canzonetta sul'aria. Se trata de The Shawshank Redemption (Cadena Perpetua), de Frank Darabont. Aunque es muy conocida, por si alguien todavía no la ha visto... el argumento trata de una cárcel en la que innumerables presos cumplen su condena. Uno de ellos, Andy (interpretado por Tim Robbins), se ha ganado la confianza del alcaide y de los carceleros. En un momento de descuido, encierra a uno de ellos y escucha este fragmento de Las bodas de Fígaro en el tocadiscos del alcaide... y decide compartir toda esa belleza con el resto de los reclusos, así que no duda en activar la megafonía. La voz en off de otro de los protagonistas (el que está interpretado por Morgan Freeman) dice:
No tengo la más remota idea de qué coño cantaban esas dos italianas... y lo cierto es que no quiero saberlo. Las cosas buenas no hace falta entenderlas. Supongo que cantaban sobre algo tan hermoso que no podía expresarse con palabras y que, precisamente por eso te hacía palpitar el corazón. Os aseguro que esas voces te elevaban más alto y más lejos de lo que nadie, viviendo en un lugar tan gris, pudiera soñar. Fue como si un hermoso pájaro hubiese entrado en nuestra monótona jaula y hubiese disuelto aquellos muros y, por unos breves instantes, cada hombre de Shawshank se sintió libre.


El martes de esta semana tendremos la ocasión de asistir en Albacete a la representación de esta obra maravillosa. Será para algunos su primera ópera en directo... espero que la disfrutéis tanto como yo.

Los textos y las traducciones son de Kareol.

21 marzo 2008

Las siete últimas palabras de Cristo en la cruz

Oratorio de la Santa Cueva, Cádiz. Imagen de la Wikipedia.

En 1785, Franz Joseph Haydn recibió un encargo desde Cádiz: escribir una obra musical para acompañar la meditación de un acto solemne que se celebraba cada Viernes Santo. En esta celebración se recitaban las frases que Jesús, según los Evangelios, dijo desde la cruz antes de morir. A cada una de las frases seguía un sermón y, tras él, un tiempo dedicado a la meditación de los fieles. Este espacio para la meditación es el que debía ser acompañado por la música de Haydn. A Haydn no le pareció sencillo el encargo, porque siete piezas en tempo lento, de unos diez minutos cada una, eran un verdadero reto para la invención. A pesar de la dificultad, se lanzó a ello y escribió los siete adagios orquestales más una introducción y un Terremoto final. Haydn debió quedar satisfecho del resultado final, ya que enseguida hizo una adaptación para cuarteto de cuerdas. La obra se hizo popular en toda Europa, a juzgar por la sucesión de versiones... una para piano, de autor desconocido, pero revisada y autorizada por él, y otra para coro y órgano que, aunque no le pareció mal, le dio qué pensar y le empujó a él mismo a realizar un arreglo similar. De esta última versión os propongo hoy escuchar la parte final, El terremoto, acompañado por diferentes visiones de la crucifixión en el arte.




La música está interpretada por el coro Gächinger Kantorei y la orquesta Bach-Collegium de Stuttgart bajo la dirección de Helmuth Rilling. Las imágenes proceden de las páginas Web Gallery of Art y Artchive.

05 enero 2008

Noche de Reyes


Juguetes. Fotografía original de Pedro Tornero.

Esta es la noche de los niños. Aunque también es, un poco, la noche de los padres: es tanta la ilusión que vemos en sus limpias miradas que todos nos contagiamos un poco y soñamos con nuestra infancia. Hoy os traigo una música escrita para niños por el padre del niño músico más increíble de la historia. Y es una música que ha tenido una vida un tanto azarosa, ya que ha sido atribuida a varios compositores y no ha sido adjudicada a quien la compuso, Leopold Mozart, hasta fecha muy reciente. Fue conocida como Sinfonía de los Juguetes, aunque en alemán su título era Sinfonía de los Niños. Entonces se creía que estaba compuesta por tan sólo tres movimientos y fue atribuida tanto a Joseph Haydn como a su hermano Michael. Pero un manuscrito hallado en Múnich nos desvela que está formada por siete movimientos, que se trata de una casación y la vincula a la noche de reyes y a Leopold Mozart.

Es una obra deliciosa, que combina los instrumentos habituales de la orquesta clásica con un reclamo para codornices, un cuco, un pífano con molinillo, una trompetilla y una carraca. Aunque sus movimientos más conocidos son los tres centrales, todos ellos tienen interés sobrado para concederles una audición... Con mis mejores deseos de ilusión y fantasía en esta noche de reyes.

Leopold Mozart. Casación en sol Mayor. Academy of St. Martin-in-the-Fields. Neville Marriner.

1. Marcha
2. Minueto
3. Allegro
4. Minueto
5. Allegretto
6. Minueto
7. Presto

12 diciembre 2007

Il tutore burlato, de Vicente Martín y Soler

Vicente Martín y Soler. Imagen de Answers.com

Aunque la música española, en general, no haya tenido la misma trascendencia que la alemana o la italiana para la historia de la música occidental, es cierto que ha habido compositores de gran importancia en diferentes momentos de los últimos siglos. Lo que me parece triste es que haya tan poquísima gente que los conozca, y que algunos hayan caído en un injusto olvido cuando sus méritos son grandes. Es el caso de Vicente Martín y Soler, nacido en Valencia en 1754 y uno de los más internacionales de nuestros compositores.

Contemporáneo de Mozart, dedicó la mayor parte de su obra a la escena, especialmente al ballet, que fue el género con el que cosechó la mayoría de sus éxitos y donde es una figura clave. Su currículum es deslumbrante: trabajó con los más importantes coreógrafos y libretistas de la época, fue el compositor favorito de varios reyes: el emperador de Austria José II (el que acusó a Mozart -no sé si la anécdota fue real- de utilizar "demasiadas notas" en una de sus obras), Catalina II de Rusia, Carlos III de España, Fernando I de Nápoles... A pesar de lo que aparece en la película Amadeus, fue el verdadero rival de Mozart en la ópera de Viena, donde tuvo en tanto éxito con su ópera Una cosa rara, ossia belleza ed onestà que hasta la gente se vestía y peinaba "a la cosa rara" e incluso el propio Mozart lo cita en una escena de Don Giovanni: cuando éste se sienta a cenar mientras espera a su pétreo convidado, una pequeña orquesta ameniza su ágape interpretando fragmentos de éxito de la época... Fra i due litiganti, de Giuseppe Sarti (rival de Martín y Soler en la corte rusa), Una cosa rara y Las bodas de Fígaro ("esta me suena incluso demasiado", bromea Don Giovanni con su criado Leporello). Aquí podéis ver esta divertida escena en la grabación de Cesare Siepi y Otto Edelmann con el Coro de la ópera estatal de Viena y la orquesta Filarmónica de Viena dirigidos por Wilhelm Furtwängler.



El próximo viernes 14 vamos a tener la oportunidad de escuchar la primera de sus óperas en el Teatro Circo de Albacete, Il tutore burlato, que más tarde fue transformada en zarzuela con el título de La madrileña. He aquí una de sus arias, la Seguidilla de Violante. Si os animáis, aún quedan entradas.


Inocentita y niña
vengo de Italia
a tratar con los chuscos
que hay en España;
¿qué será de mí? ¡Ay!
¿Si me perderé? ¡Qué!
¿Si me engañarán? ¡No!
¿Si yo engañaré? Pues,
más que se arrime alguno
que yo se lo diré.

Para saber más sobre la figura de este compositor os recomiendo que leáis el artículo de Juan Bautista Otero en el imprescindible portal de música antigua Goldberg, y el de Andrés Moreno Mengíbar en la web Melómano Digital.


Canta María Bayo, acompañada por Les Talens Lyriques y Christophe Rousset.
El texto es de Kareol.

04 noviembre 2007

Cavandoli

Aquí tenéis la Sonata para piano en do mayor KV 545 (conocida como sonata fácil, aunque yo creo que interpretar a Mozart bien no es fácil ni en este caso) según la óptica del dibujante italiano Osvaldo Cavandoli.


12 octubre 2007

La armónica de cristal

Armónica de cristal, propiedad del Museo Alemán de Múnich

Siempre me ha fascinado conocer la vida de los instrumentos musicales, a veces tan interesante como las biografías de algunas personas. Muchos tienen vidas largas y fructíferas, otros breves pero intensas... algunos agonizan lentamente hasta que terminan por desaparecer, otros son adoptados por culturas o estilos que no les son propios... incluso los hay que son resucitados después de su total defunción; la mayoría viven historias fascinantes. Hoy os quiero hablar de uno de los instrumentos más curiosos que ha dado la historia de la música: la armónica de cristal.



Desconocemos el nombre de los inventores de la mayoría de los instrumentos, sobre todo cuanto más remota es su invención... nunca sabremos quién fue el primer constructor de flautas, arpas o tambores; la mayoría no son obra de un solo constructor, sino que se van mejorando con las aportaciones de generaciones de luthiers, intérpretes, músicos... De la armónica de cristal, dado que es bastante reciente (sólo unos 250 años) sí conocemos a su ideador, y además es bastante ilustre: se trata de Benjamin Franklin, que además de este curioso instrumento nos inventó el pararrayos, el cuentakilómetros, y fue el primero en observar y describir la corriente del Golfo... un hombre bastante polifacético. La idea de hacer música con recipientes de cristal no era nueva... desde la Edad Media hay iconografía que nos muestra vasos musicales de distintos tamaños o con diferentes cantidades de agua para modificar la altura de los sonidos que producían al ser golpeados; con el paso del tiempo cambió esta costumbre por la de frotar ligeramente el borde de los recipientes con los dedos humedecidos, lo que produce un curioso sonido, tenue y cristalino... si pudiéramos oír el vuelo de un hada sonaría así. Gluck interpretó un concierto compuesto por él mismo para 26 copas en el año 1746, y en 1762 Franklin construyó la primera armónica de cristal: se trata de una serie de boles de cristal atravesados por un eje metálico colocado de forma horizontal y que gira gracias a un pedal; el ejecutante roza ligeramente (con los dedos humedecidos) el borde de los boles mientras giran pausadamente. Parece ser que los Mozart escucharon este instrumento y quedaron bastante impresionados; así, Wolfgang escribió años más tarde varias obras para él.

Adagio en do mayor KV 356 para armónica de cristal

Pero nació una leyenda negra alrededor de la armónica de cristal: se extendió la creencia de que su peculiar sonido ocasionaba en sus ejecutantes graves alteraciones psicológicas, lo que hizo que se viera condenada al olvido después de haber sido objeto del interés, incluso, de Beethoven... hasta se ha llegado a creer que produce cáncer. En la actualidad hay algunos intérpretes que la mantienen viva, como podéis ver en este vídeo.



21 agosto 2007

El reloj



Implacable, inexorable, el tiempo va pasando. Y así, con su monótono tic-tac, el reloj y su inseparable amigo, el calendario, me recuerdan que ha pasado un año desde que publiqué la primera entrada en este blog, que como casi todo lo que hago no ha resultado como en un principio imaginé, y ha venido a ser bien diferente de lo que creí crear... Así que mejor no pienso en lo que va a ser de él en el próximo año, porque seguro que me equivoco.

Hoy, para celebrarlo, no os voy a cansar con explicaciones ni enlaces. Os dejo sólo con el tiempo hecho música: es el Andante de la Sinfonía nº 101 en re mayor, el Reloj, de Joseph Haydn interpretado por la Orquesta Filarmónica de Berlín bajo la dirección de Herbert von Karajan.



P.D. Muchísimas gracias a los que venís por aquí para leer, escuchar y comentar. Lo mejor de este año, sin duda, habéis sido la gente estupenda que he tenido oportunidad de conocer mediante el blog... eso, hace un año, ni lo podía imaginar. ¡Un beso para todos!

17 agosto 2007

Solidaridad con Perú

Una lágrima. Fotografía de Florito.

Entre los restos del equipaje, un poco desorientada aún por los cambios y los (muchos) kilómetros recorridos en los últimos días, recibo la noticia del terrible terremoto de Perú. Sé que son muchos los peruanos que visitan este pequeño rincón y quiero mandarles en estos momentos tan duros toda mi solidaridad en forma de abrazo musical... y en especial para Chalo.

Para enviar ayudas, podéis seguir estos enlaces:

Unicef

Cruz roja

Intermón Oxfam

También se ha creado un blog para colaborar y canalizar la información entre Perú y España


La música es Lacrimosa, del Réquiem en re menor KV 626 de Wolfgang Amadeus Mozart, interpretada por el coro John Alldis y la Orquesta Sinfónica de la BBC bajo la dirección de Colin Davis.

Lacrimosa dies illa,
Qua resurget ex favilla.
Judicandus homo reus:

Huic ergo parce, Deus.
Pie Jesu Domine,
Dona eis requiem. Amen.

¡Oh día lleno de lágrimas,
en que el hombre resurgirá de las cenizas
para ser juzgado por Ti.

Perdónales, Dios mío.
Piadoso Señor Jesús,
dales el descanso eterno. Amén.

El texto y la traducción son de Kareol.

30 julio 2007

Musicogramas con Slidecast

Son varios los blogs (yo me enteré por el Balcón Abierto de Ángel Puente) que se han hecho eco en estos días de una utilísima novedad que aporta la herramienta Slideshare, que permite subir presentaciones a internet y publicarlas en blogs y páginas web. Uno de los inconvenientes que presentaba era que no tenía la posibilidad de incorporar sonido en las presentaciones, lo cual hacía que la mayoría de las que utilizo para clase perdieran toda su utilidad al subirlas a Slideshare. Aunque el sistema no es perfecto porque no es demasiado versátil, es un gran adelanto y os pongo aquí una muestra de las posibilidades que ofrece para el aula de música al poder sincronizar un musicograma con su correspondiente música.
El musicograma con el que he estado probando esta utilidad es el del primer movimiento de la Sinfonía nº 40 en sol menor KV 550 de Mozart, y procede del libro de texto de Música para 3º de E.S.O. de Andrea Giráldez publicado por Akal, y la presentación fue elaborada hace un par de cursos por mi admirado amigo y compañero Vicente Aranda.
Para los que no estéis familiarizados con los musicogramas, os cuento que se trata de una ayuda para la comprensión de determinados aspectos de la música que consiste en representarla mediante gráficos. En este musicograma se pueden apreciar varios aspectos: los instrumentos (que vienen simbolizados mediante dibujos), la forma (se representa mediante colores: verde para el primer tema -se trata de una forma-sonata-, rojo para el puente y amarillo para el segundo tema), la melodía (mediante líneas ascendentes y descendentes, o bloques de color, o líneas verticales para los acordes...) y se puede seguir con facilidad porque en la parte inferior está representada la línea del tiempo en la cual están señalados los compases. Las tres secciones que componen este movimiento vienen consignadas por su nombre: Exposición (que se repite), Desarrollo y Reexposición.




Observo que en Internet Explorer 7 no se ve la presentación; si alguien que utiliza este navegador tiene el mismo problema y quiere verla, puede hacerlo en la página de Slideshare siguiendo este enlace.

31 mayo 2007

Waldstein

...recibid de manos de Haydn el espíritu de Mozart.

Ferdinand von Waldstein


Piano de Beethoven en su casa de Viena. Fotografía de julialinda.


¿En qué nos gustaría, en caso de creer en la reencarnación, convertirnos cuando dejemos esta vida? Seguro que hay tantas respuestas como personas... Probablemente, si le hubieran preguntado al conde Ferdinand von Waldstein sobre una supuesta nueva vida, no hubiera contestado... “me encantaría reencarnarme en una sonata para piano.” Pero la historia le ha convertido en eso, en una de las más bellas sonatas para piano compuestas por Beethoven.

El conde Waldstein conoció a un jovencísimo aspirante a músico en su Bonn natal. Este joven Ludwig tenía un talento muy por encima de lo habitual, pero sus circunstancias familiares y económicas (es de todos conocido el grave problema de alcoholismo que padeció su padre) no eran las más adecuadas para que pudiera desarrollarlo en toda su plenitud. Así que se convirtió en uno de sus mecenas, y se encargó de enviarle a Viena para que estudiara con los compositores más importantes del momento y para que se rodeara de un ambiente más propicio para la actividad creadora. El primer viaje a Viena tuvo lugar cuando Beethoven contaba con tan sólo 17 años; pero duró poco: su madre estaba gravemente enferma, por lo que tuvo que regresar a Bonn al poco de llegar... pocos meses más tarde, su madre falleció. Varios años más tarde, en 1792, Waldstein convenció al patrono de Beethoven para que le dejara ir de nuevo a la capital austríaca a estudiar con Haydn. Él le sufragaría los gastos del viaje, la estancia y las clases... Sin haber cumplido aún los 22 años Beethoven marchó de nuevo rumbo a Viena, donde se instaló definitivamente. El conde le escribió: Querido Beethoven: va usted a Viena para realizar un deseo expresado hace ya tiempo. El genio de Mozart todavía está de luto y llora la muerte de su discípulo. Encuentra un refugio, aunque no su plenitud, en el inagotable Haydn. A través de él desea todavía unirse a alguien. Con su incesante aplicación, recibid de las manos de Haydn el espíritu de Mozart.

Años después Beethoven, en señal de agradecimiento, le dedicó su Sonata para piano en do mayor nº 21 Op. 53, una de las más importantes que escribió para este instrumento. Es una obra crucial, cuya composición está en conexión con los cambios y mejoras técnicas que estaba sufriendo el piano por aquellos años, y demuestra cómo Beethoven era capaz de tomar una forma clásica y ampliarla hacia nuevos horizontes desde el propio respeto a la forma. Es como su autor, sombría y radiante, tempestuosa y gozosa, exigente pero perfecta en su concepción pianística... escuchadla, y juzgad por vosotros mismos.

Sonata para piano en do mayor nº 21 Op. 53, Waldstein, interpretada por Wilhelm Kempff

1. Allegro con brio
2. Introduzione. Adagio molto-attacca
3. Rondo. Allegretto moderato


SÍ A LA MÚSICA





13 abril 2007

Gluck y su espíritu



Comentarios y entradas vuelven a encontrarse, y una cosa lleva a la otra... hace unos días recordaba yo a los castrati y hoy menciona Antonio en un comentario, un poco más abajo, a Gluck... Mientras escuchamos el ballo de Orfeo y Euridice que tan buenos recuerdos le traen, podéis leer algunas curiosidades sobre este importantísimo compositor (volveremos a ver caras de escepticismo: ¿importante?, profe, ese sí que no me suena de nada).

Cristoph Willibald Gluck. Danza de los espíritus
bendecidos
de Orfeo y Euridice.

Aunque así os lo pueda parecer, Gluck no es importantísimo por haber sido profesor de música de Maria Antonieta, la que fue reina de Francia durante el estallido de la Revolución Francesa, o por haber protagonizado en París la famosa querella de los bufones entre los partidarios de la ópera francesa (cuya defensa apoyó decididamente) y los de la italiana (con Rousseau como cabeza visible); su importancia está forjada en una soterrada labor renovadora cuya huella es visible no sólo en sus magníficas obras, desgraciadamente desconocidas en su mayoría para el gran público porque no abundan sus grabaciones ni se prodigan en las temporadas de ópera, sino también en las de los mejores compositores operísticos contemporáneos (Mozart) y posteriores (Berlioz, Wagner).

Cuando los castrati dominaban el mundo de la ópera, había una serie de convenciones que el público esperaba, los cantantes regalaban a manos llenas y los compositores se veían obligados a cumplir. La voz y su exhibición virtuosística eran a la ópera más o menos lo que ahora los efectos especiales al cine: una auténtica necesidad. Este ansia de demostraciones estaba asfixiando a la ópera, convirtiéndola en un espectáculo vacío y acartonado, falto de buen gusto y de sustancia, en el que la música y el texto habían perdido todo el protagonismo y la teatralidad sólo habitaba en el exhibicionismo más superficial... algunos compositores que no querían doblegarse a la dictadura impuesta por el público y los cantantes empezaron a sentir que los cambios eran imprescindibles. Gluck encabezó esta reforma, e hizo numerosas aportaciones. Lo primero, quiso devolver al texto su papel esencial y a la música su original función: proporcionar la expresividad y la emoción, estar al servicio de la trama y del texto. Renunció por entero al exhibicionismo y a los tan trillados convencionalismos del aria da capo y de los cantantes, especialmente los castrati... aunque curiosamente la partitura que ha perdurado en la memoria del público es un aria da capo que además originalmente fue compuesta para un castrato...

Orfeo ed Euridice. Che farò senza Euridice, interpretada por Teresa Berganza.

Che farò senza Euridice?
Dove andrò senza il mio ben?
Che farò? Dove andrò?
Che farò senza il mio ben?
Dove andrò senza il mio ben?
Euridice!... Euridice!
Oh Dio! Rispondi! Rispondi!
lo son pure il tuo fedele.
Che farò...
Euridice... Euridice!
Ah! non m'avanza
Più soccorso, più speranza,
Né dal mondo, né dal ciel!
Che farò senza Euridice?...

¿Qué puedo hacer sin Eurídice?
¿A dónde ir sin mi amor?
¿Qué puedo hacer? ¿A dónde ir?
¿Qué puedo hacer sin mi amor?
¿A dónde ir sin mi amor?
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Oh dios! ¡Contéstame! ¡Contéstame!
Pues yo soy tu fiel esposo.
¿Qué puedo hacer...
¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Ah! ¡No recibo
ya socorro ni esperanza
de la tierra ni del cielo!
¿Qué puedo hacer sin Eurídice?...


... y posteriormente adaptada para tenor, en su versión francesa para ser estrenada en la ópera de París.

Orphee Et Euridice. J'ai perdu mon Euridice, interpretada por Juan Diego Flórez.

J'ai perdu mon Eurydice,
Rien n'égale mon malheur;
Sort cruel! quelle rigueur!
Rien n'égale mon malheur!
Je succombe à ma douleur!
Eurydice, Eurydice,
Réponds, quel supplice!
Réponds-moi!
C'est ton époux fidèle;
Entends ma voix qui t'appelle.

J'ai perdu mon Eurydice, etc

Eurydice, Eurydice!
Mortel silence! Vaine espérance!
Quelle souffrance!
Quel tourment déchire mon cur!

J'ai perdu mon Eurydice, etc

He perdido a mi Eurídice,
nada iguala mi desgracia;
¡Cruel destino! ¡Qué fatal severidad!
Nada iguala mi desgracia;
¡No puedo soportar mi dolor!
Eurídice, Eurídice
responde, ¡qué suplicio!
¡Respóndeme!
Soy tu fiel esposo;
escuchas mi voz que te llama.

He perdido a mi Eurídice, etc.

¡Eurídice! ¡Eurídice!
¡Silencio mortal! ¡Vana esperanza!
¡Qué sufrimiento!
¡Qué tormento desgarra mi corazón!

He perdido a mi Eurídice, etc.


El resto de sus aportaciones son de carácter más técnico y por tanto menos evidentes, pero de una indudable modernidad: separa los papeles de violas y violonchelos, otorga a los instrumentos de viento madera mayor protagonismo dotándoles de una voz propia e incorporando los clarinetes a la orquesta, e incluso incorpora sorprendentes efectos con instrumentos de viento metal como los trombones de Divinités du Styx de su ópera Alceste. Escribe con total conocimiento técnico sus orquestaciones, con lo que enriquece el timbre de la ópera, que a partir de él no será nunca más una enrevesada melodía llena de artificio sustentada sobre un endeble armazón orquestal.


Los textos y las traducciones son de Kareol.

SÍ A LA MÚSICA

02 abril 2007

Beethoven...



... ¿ese es el que estaba sordo? Sí. ¿Y cómo podía componer sin oír? Para componer no es necesario oír: la música sale de dentro. ¿Por qué a todos los compositores les pasaba algo malo? -les encantan las generalizaciones-... y entonces me toca desfacer ese entuerto tratando de no perder el hilo de la clase que tengo programada... pero si sirve para que quede algo, lo doy por bien empleado.

Beethoven empezó a tener problemas de oído aproximadamente en 1798, cuando era un joven compositor que saboreaba las mieles del éxito en Viena, su ciudad de adopción. Ni siquiera había estrenado la primera de sus Sinfonías. Trató de disimular, pero la progresiva pérdida de la audición le llevó a la sordera absoluta en unos pocos años. Se han realizado estudios para determinar el origen de la sordera de Beethoven, sin resultados demasiado concluyentes: laberintitis (infección del oído interno de procedencia intestinal), sífilis... Quizás os resulte interesante escuchar una de las obras anteriores a su problema auditivo.

Sonata para piano nº 7 en re Mayor Op. 10 interpretada por Wilhelm Kempff

1. Presto

2. Largo e mesto

3. Menuetto. Allegro

4. Rondó. Allegro



Al principio se sumió en la desesperación. Le encantaba vivir en sociedad, adoraba la admiración que despertaba en los más altos círculos vieneses... y esta enfermedad era lo peor que le podía suceder a un músico. Huyó de Viena. Se instaló en una cercana población, Heiligenstadt, rodeada de hermosos bosques. Allí se dedicó a la meditación y pensó incluso en el suicidio. Escribió su famoso testamento de Heiligenstadt, y, tras desechar la idea de la muerte, se refugió en su propia creatividad, en su fabulosa imaginación, en su universo musical propio, ahora más propio que nunca a causa del obligado aislamiento, iniciando una nueva era compositiva que no sólo proporcionaría a la humanidad algunos de sus mayores tesoros, sino además abriría de par en par las puertas del futuro a una nueva generación de compositores que jamás hubieran escrito lo que escribieron de no haber sucedido las cosas de esa manera...

Hacia 1814 tuvo que dejar de tocar en público: se cuentan anécdotas de los patéticos intentos que realizó como pianista, tratando de tocar sin poder oír nada, como en una ejecución de su Trío Archiduque en el que apenas podía seguir al violín y al violonchelo.

Trío para piano en Si bemol Mayor Archiduque, Op. 97, en la interpretación del Trío Bellas Artes

1. Allegro moderato

2. Scherzo. Allegro

3. Andante cantabile, ma però con moto. Poco più adagio

4. Allegro moderato




A partir de 1816 empezó a utilizar trompetillas para paliar su sordera, algunas de las cuales se han conservado, y desde 1818 fue necesario que las personas que conversaban con él le escribieran en sus valiosos cuadernos de conversación, gracias a los cuales podemos saber lo que la gente le decía... aunque no lo que él contestaba...

¿Cómo hubiera sido su música de haber tenido intacto su sentido del oído? Podemos especular sobre ello, ya que está de moda hacerlo sobre los más variopintos e intrascendentes temas... Hubiera sido distinta, claro está. Pero, yo me pregunto... si pudiéramos escuchar la música de Beethoven como si fuéramos recién nacidos, sin saber nada de él, ¿encontraríamos en ella pistas sobre su problema físico?, ¿nos daríamos cuenta de hasta qué punto fue atormentada su vida?, ¿descubriríamos sus carencias afectivas, su difícil infancia, sus complicadas relaciones personales, su amor a la naturaleza, su fe en la humanidad? Probablemente no. Pero con o sin conocimiento de su vida, aparte del morbo que puede producir en mis alumnos un músico sordo, siempre que me preguntan que por qué no me gusta tal o cual grupo de moda, les respondo que porque después de haber escuchado a Beethoven una se vuelve exigente... quizás no tanto como él lo fue con su música, que sólo veía la luz después de largas cavilaciones y maduraciones... pero tras vivir en su música todo ese mundo rico, complejo, variado, contradictorio, hermoso, sublime, enérgico, tierno, vibrante y, más que ninguna otra cosa, absolutamente humano, es difícil, o muy difícil, escuchar otra música sin que resulte, cuanto menos, anodina...

Y como siempre, me resulta imposible decidir qué obra proponer aquí que pueda resumir todo lo que Beethoven nos da; siempre que veo cómo los especialistas en música popular del siglo XX se afanan en poner una etiqueta tras otra para clasificar todos esos subestilos, no puedo por menos que pensar que cada una de las sonatas de Beethoven tiene más personalidad y es más diferente del resto... siendo todas sonatas para piano y siendo todas de Beethoven... Pero como Beethoven es hombre popularmente conocido como de mal e impetuoso carácter, y sus músicas más conocidas son quizás las más llenas de vibrante energía, os propongo una muestra de su faceta más sensible e íntima: así os haréis cargo de su compleja humanidad.


Sinfonía nº 9. Adagio molto e cantabile. Interpretada por la Chamber Orchestra bajo la dirección de Nikolaus Harnoncourt.

SÍ A LA MÚSICA

28 marzo 2007

Et incarnatus est... en papel higiénico


Hace unos días se lamentaba Antonio Solano, en su muy recomendable blog Re(paso) de lengua, del modo en que los publicistas se habían adueñado de un texto de Cortázar y no habían tenido siquiera la delicadeza de citarlo... planteando un interesante debate acerca del uso que de obras artísticas se hace en la publicidad.

Prácticamente todos los anuncios tienen música, de todo tipo, y jamás se cita su procedencia: nada escapa al oportunismo u oportunidad; a veces es utilizada con gran tino, a veces se aprecia un trato respetuoso, incluso cariñoso... pero en otras ocasiones la música se retuerce, se tergiversa, se manipula: ya se sabe que la realidad que nos muestran los publicistas tiene numerosas lecturas y múltiples facetas, y la música no iba a escapar a sus manejos. Por supuesto que esto debe estar presente, con la misma oportunidad u oportunismo, en nuestras aulas.

Sin tratar de emular las agudas observaciones de Ángel Encinas en su apasionante blog Comunicación Audiovisual, quisiera que escuchárais el modo en que los publicistas se han adueñado de una música bellísima en su afán de vendernos nada menos que... papel higiénico. Se trata de un aria para soprano de la Misa en do menor de Mozart. La primera campaña de Colhogar utilizaba un fragmento mayor que el que se escucha en los anuncios actuales; le alteraron el final, al que se le añadía el eslogan del producto... es el fragmento que ha permanecido en sucesivas campañas, y que todos tenemos grabado en la memoria. De este pequeñísimo fragmento que sirve de jingle a la marca tan sólo se modifica un acorde, pero el cambio es notable: la modulación que hace Mozart nos causa sorpresa, es un final sublime e inesperado. El final del jingle es vulgar, previsible, anodino... Dada la naturaleza del producto anunciado... ¿habrán sido deliberada la banalización? ¿Habrán tratado intencionadamente la música para conseguir que esté más en consonancia con el producto? ¿Será todo esto un inocente fruto del azar? Juzgad por vosotros mismos.



Mozart. Gran Misa en do menor K 427. Et incarnatus est

Et incarnatus est de Spiritu Sancto ex Maria Virgine, et homo factus est.

y se encarnó por obra del Espíritu Santo en María Virgen, y se hizo hombre.

Canta Margaret Marshall, soprano, acompañada por la Academy of St. Martin-in-the-Fields bajo la dirección de Sir Neville Marriner.


SÍ A LA MÚSICA

26 marzo 2007

Enamorarse de un retrato

Hace no tanto tiempo (a mis alumnos estas afirmaciones siempre les resultan divertidas: los años 80 -del siglo XX- les parecen remotos, casi legendarios, de los que se pierden en la noche de los tiempos), cuando no existía la fotografía, numerosos pintores más o menos habilidosos realizaban retratos por encargo. No esos grandes y lujosos retratos que colgaban de los salones de palacios y mansiones, sino pequeños retratos que servían para enviar a la joven con la que se iba a contraer matrimonio, o que se llevaban en la maleta para no olvidar el rostro querido en un largo viaje... o incluso tan pequeños que se llevaban colgados al cuello, cerca del corazón.

Hoy en día hacemos fotografías con un móvil que siempre llevamos encima, o con una diminuta cámara que cabe en nuestro bolsillo. Es posible que se haya perdido un poco de magia a favor del más crudo realismo, pero ese retrato en el que se han cambiado las pinceladas por píxels todavía puede sorprender o enamorar. Nos relacionamos por internet, hacemos amistades en foros o en chats, conocemos a personas por sus palabras o sus vídeos o sus músicas en su blog... Y ya no nos extrañamos de que, al hablarnos de alguien conocido, nos comenten: conoció a su novio/a por internet... Bueno, a los mayores sí les extraña, todavía, un poco.

Tamino y Pamina no se conocen mediante un chat, sino a través de un retrato. Ese momento mágico de enamoramiento instantáneo, de flechazo operístico, es una de mis arias preferidas de La flauta mágica, aunque, desde luego, no es la que más gusta a mis alumnos, que siguen admirando, hasta los más reacios a escuchar música del siglo XVIII, a esa espectacular Reina de la Noche... que algún día seguro que cae también por aquí. Der hölle Rache... y se quedan todos boquiabiertos... hasta me piden que la repita: sin lugar a dudas, es el top ten de la clase de música. ¡Increíble, maravilloso, conmovedor y grandioso Mozart!





TAMINO
(blickt das Bildnis an)
Dies Bildnis ist bezaubernd schön,
Wie noch kein Auge je gesehn!
Ich fühl es, wie dies Götterbild
Mein Herz mit neuer Regung füllt.
Dies Etwas kann ich zwar
nicht nennen,
Doch fühl' ich's hier
wie Feuer brennen.
Soll die Empfindung Liebe sein?
Ja, ja die Liebe ist's allein.
O wenn ich sie nur finden könnte!
O wenn sie doch schon
vor mir stände!
Ich würde, würde, warm und rein,
Was würde ich?
Ich würde sie voll Entzücken
An diesen heißen Busen drücken,
Und ewig wäre sie dann mein!

TAMINO
(observando el retrato)
¡Este retrato es
encantadoramente bello,
ningún ojo ha visto otro igual!
Siento cómo esta imagen divina
llena mi corazón de emoción.
Es verdad que soy incapaz
de darle nombre,
pero la siento arder en mi corazón.
¿Será amor esta sensación?
¡Sí, sí! ¡Es únicamente amor!
¡Oh, si pudiera encontrarla!
¡Oh, si ella estuviese ya ante mí!
Yo.... yo...,
de un modo cálido y puro...
¿Qué haría yo... ?
La estrecharía con delicia
contra este pecho ardiente
y entonces sería mía para siempre.


SÍ A LA MÚSICA



El texto y la traducción son de Kareol.

21 febrero 2007

Mozart y Allegri

Mozart en Verona. Retrato al óleo de Saverio dalla Rosa, 1770

Son muchas las anécdotas y leyendas que alrededor de la figura de Mozart circulan, unas más ciertas que otras. Desde su supuesto cráneo, al que se le han aplicado las más modernas técnicas científicas para verificar su falsa procedencia, hasta su inverosímil envenenamiento por parte de Salieri, alimentado por la popularidad alcanzada por la película de Milos Forman, la verdad es que el personaje es casi tan interesante como su obra.

Del Mozart niño hay un sinfín de anécdotas registradas por todos aquellos que tuvieron la suerte de ser testigos de su infantil precocidad musical. Los mejores músicos de la época corroboran lo que otras personas menos conocedoras del asunto podrían considerar espectacular... como una humilde servidora, que cuando conocí la famosísima anécdota del Miserere de Allegri y vi la partitura, no pude más que asombrarme todavía más por la absoluta genialidad y capacidad de su protagonista.

Gregorio Allegri fue un músico que vivió entre el Renacimiento y el Barroco, y que escribió una obra, el Miserere, que fue muy apreciada desde el mismo momento de su composición, allá por el año 1638. Tan apreciada fue que se prohibió su copia y difusión y tan sólo estaba permitida su interpretación en la Capilla Sixtina y durante los oficios de Semana Santa correspondientes al Miércoles y Jueves Santo. Está escrito para doble coro, por influencia de la Escuela Veneciana, uno de ellos a cuatro voces y el otro a cinco. La partitura no contenía todos los adornos e improvisaciones que realizaba el coro durante su ejecución, y que tan sólo conocían los propios intérpretes del coro papal... y la pena que se imponía a los que osaran copiarla era la excomunión.

En la Semana Santa de 1770, la familia Mozart visitó Italia. Este viaje sirvió enormemente para la formación del joven Wolfgang, que contaba con 14 años... como un alumno de 3º de E.S.O. de ahora. En este viaje se puso en contacto con la música italiana, mejoró sus conocimientos del idioma italiano (imprescindible para componer ópera), conoció a algunos de los mejores compositores de la época... y protagonizó la famosa anécdota que nos ocupa. Acudió con la curiosidad de todo músico a escuchar el famosísimo Miserere a la Capilla Sixtina, y no bien llegó a su alojamiento, tomó papel y pluma y escribió la partitura entera, con sus adornos e improvisaciones, y sus nueve voces... sin errar una sola nota. Por supuesto que, cuando el papa conoció la extraordinaria hazaña no sólo no le excomulgó, sino que le condecoró...

Los estudiantes de música, y los músicos ya formados que me estén leyendo saben lo difíciles que resultan los dictados a varias voces... que normalmente son repetidos por frases de pocos compases, y que no suelen ser demasiado largos. Para su realización siempre se cuenta con papel y lápiz, y a veces incluso se da alguna referencia, como el compás, o la tonalidad, o la nota inicial. Seguro que apreciáis igual que yo la increíble capacidad de Mozart, no porque tuviera 14 años, que casi es lo de menos, sino porque memorizar entera una pieza de diez minutos de duración y a nueve voces... no creo que haya nadie capaz de hacerlo.

15 febrero 2007

Más sobre Amadeus

Aquí está secuencia de la película Amadeus que comentábamos un poco más abajo. A mí me encanta porque creo que está muy logrado todo, y cada detalle está cuidado hasta el extremo; no creo que se pudiera hacer mejor. La interpretación de los dos protagonistas es excelente... bueno, Murray Abraham es mucho más que excelente. La elección de la música, cómo está enlazada, cómo se omite deliberadamente la resolución cuando caen las partituras al suelo... son detalles de los que uno no es consciente cuando ve la película por primera vez, pero que se aprecian de verdad cuando, conocida la historia, vuelves a ver la película.

Para los que no habéis visto la película (que os recomiendo vivamente): Mozart y Constanza (su mujer) están pasando por una difícil situación económica, que podría arreglarse de conseguir Mozart el codiciado puesto de profesor de música de una sobrina del Emperador. Los aspirantes han de presentar a Salieri (compositor de la Corte) algunas de sus obras para que él decida a quién se ha de adjudicar el puesto. Constanza ve que puede ser la solución a sus problemas, pero Mozart no está dispuesto a rebajarse, porque piensa que su obra es suficientemente conocida y que Salieri no es quien para juzgarle; así que Constanza, a espaldas de su marido, decide visitar en secreto a Salieri...

La he puesto en versión orginal para que podáis disfrutar de todos los matices de la interpretación de Murray Abraham en el papel de Salieri. (Espero que los subtítulos se lean, a pesar de que están un poco pequeños).





Amadeus2
Uploaded by marianmus


La parte que se ve en el segundo vídeo no se incluyó en la primera versión de Amadeus que se estrenó en 1984. Yo creo que es esencial para comprender algunas situaciones posteriores, y no me explico por qué fue suprimida.

09 febrero 2007

La Sorpresa... y otras curiosidades haydnianas



Franz Joseph Haydn, ese compositor del que os hablaba en la entrada anterior, tiene varios paternales apelativos: Padre de la Sinfonía, Padre del Cuarteto. No es que fuera el verdadero inventor de estas formas, pero su contribución a la fijación de las estructuras es indudable. Pero del mismo modo que contribuyó a su asentamiento, jamás dudó en experimentar y en ofrecer a su público jugosas novedades y una variedad de estructuras casi tan grande como su extensísima producción.
Haydn estuvo aislado del mundo durante largos años al servicio de Nikolaus Esterházy. Este aislamiento le benefició en dos sentidos: evitó que se "contaminara" con otras músicas y le brindó la oportunidad, como si de un científico en un laboratorio se tratara, de experimentar casi ilimitadamente con la estupenda orquesta del príncipe.
Es muy curioso leer las cláusulas del contrato de Haydn. Una de ellas decía que la música que Haydn compusiera no podría salir de los límites de las propiedades del príncipe. Pero no fue cumplida a rajatabla, ya que a Nikolaus le parecía que la fama de su sirviente redundaba en su propio beneficio... así que en el siguiente contrato esta cláusula desapareció. No obstante, dado que Haydn estuvo recluido durante casi treinta años, su obra salió clandestinamente del palacio y viajó incontroladamente por Europa, cayendo muchas veces en manos de editores sin escrúpulos que no dudaban en tergiversarla, mutilarla... o apropiarse de la fama de Haydn para publicar con su nombre obras de autores menos conocidos, lo cual causó un caos que, a pesar de los numerosos y serios esfuerzos que se han hecho durante todo el siglo XX para clasificar y clarificar la dilatadísima obra de Haydn durante aquellos años, aún no ha podido ser totalmente organizado.
Estos editores, y otros más rigurosos, no sin razón consideraban que era más "vendible" una obra con un título como La Sorpresa que otra llamada Sinfonía nº 94 en sol mayor, así que pusieron a trabajar su imaginación para dotar de nombre a muchísimas obras que su propio autor no denominó de ningún modo especial... así que la mayoría de los nombres no son sino sobrenombres adjudicados por terceras personas, sobrenombres que de algún modo ayudan al público a recordar y reconocer todo ese montón de obras que Haydn nos regaló, y que hacen referencia a aspectos de su composición (como el lugar donde se escribió: Oxford), a citas de obras musicales (Lamentación, que utiliza un tema gregoriano, Incipit Lamentatio, de las Lamentaciones de Jeremías), a aspectos programáticos (Militar, que describe una batalla), a sugerencias auditivas (El reloj, ya que su ritmo recuerda el sonido de éste), o a anécdotas relacionadas con su composición o con el propio contenido de la música (Los adioses, La Sorpresa).
Todos los avezados oyentes de las sinfonías de Haydn ya sabían, como espero que mis alumnos aprendáis en estos días, que el segundo movimiento de una sonata es el momento de la calma. Es un movimiento lento, apropiado para el descanso del largo viaje propuesto en el primer movimiento, un momento para respirar, relajarse, disfrutar y tomar fuerzas antes del mucho más rítmico minueto y del agitado finale... Es ese momento mágico en que el público se arrellana en la butaca, respira con calma... incluso puede echar una cabezadita... porque es de todos sabido que no va a haber sobresaltos ni sorpresas...
En la Sinfonía nº 94 en sol mayor, Haydn nos ofrece para su segundo movimiento una estructura muy fecunda en grandes obras: el tema con variaciones. Ya sabéis: el autor presenta un tema (frecuentemente de otro autor, o de la música popular) y demuestra sus habilidades compositivas modificándolo de tal manera que ritmos, melodías, armonías, tonalidades se convierten en un juego que mantiene vivo el interés de la audiencia. El tema de este segundo movimiento es tan sencillo que raya la simplicidad: son dos frases de 8 compases, que se dividen a su vez en dos semifrases de cuatro... comienza delicadamente, con notas picadas, la melodía de las cuerdas, casi desnuda de acompañamiento, y siempre pianissimo, dibujándose en el aire su forma de arco. Ya tenemos al público confiado: comienza la repetición de la primera frase, aún más piano, con lo que todo el mundo se abandona a la más absoluta paz... hasta que sin avisar, suena el último acorde de la calmosa frase, que encierra la sorpresa que da nombre a la obra... mis alumnos siempre se han sorprendido (a veces incluso asustado), como supongo que se sorprenderían los afortunados oyentes del día del estreno, allá por 1791, en Londres, y como supongo que os sorprenderéis vosotros si tenéis la cursiosidad suficiente para pulsar el play y la paciencia necesaria para dejaros llevar por el buen humor de este Padre... de la jovialidad, la inteligencia y el buen gusto.

Haydn. Sinfonía nº 94 en sol mayor, La Sorpresa.
Segundo movimiento en la interpretación de la Orquesta Filarmónica de Londres dirigida por Georg Solti.


Sus deseos son órdenes, signore Antonio...

La imagen es de http://www.artinbox.net/

08 febrero 2007

Los adioses


Salón de música del palacio Esterhàza, en Sopron, Hungría.


Uno de los músicos más importantes del Clasicismo musical, y por ende, de la Historia de la Música, es Franz Joseph Haydn... afirmación que hago con rotundidad cada vez que introduzco el tema en clase, y que automáticamente es puesta en duda por todos mis aún-ignorantes-alumnos que-algún-día-dejarán-de-serlo (espero) de la E.S.O. No es tan conocido como las otras dos figuras de relumbrón de la época, Mozart y el primer Beethoven, y claro, parece que está ahí de prestado. Pero lo que es indudable es que ni la música de Mozart, ni la de Beethoven, ni toda la que les siguió hubiera sido posible si Haydn se hubiera dedicado a otros menesteres.

Este hombre fabuloso no tiene una vida, aparentemente, muy interesante. Sólo se dedicó a trabajar, trabajar, trabajar, trabajar y servir, servir, servir, servir a sus ilustres patrones, los Esterhàzy, una poderosísima familia austríaca de larga tradición. Sus múltiples obligaciones le mantuvieron ocupadísimo, y no pudo hacer ni largos viajes (sólo viajó al final de su vida), ni grandes amistades, ni tampoco vivir amores apasionados (algún devaneo parece que tuvo con una cantante, que no sólo de música vive el hombre)... Para los adolescentes de hoy así, a simple vista, un tipo la mar de aburrido. Y, sin embargo, es el autor de la obra musical que más sentido del humor, más simpatía y más alegría de vivir refleja. Y muchas de sus numerosísimas obras están plagadas de guiños y bromas a sus oyentes, que no han perdido la frescura ni la vigencia más de dos siglos después.


La vida y la obra de Haydn están tan indisolublemente unidas que no se puede hablar de la una sin referirse a la otra. Por eso hay tantas anécdotas relacionadas con su música. Una de las más conocidas es la que acompaña a la Sinfonía nº 45, conocida con el nombre de Los adioses. Haydn trabajaba, según la temporada del año, bien en Viena, bien en una de las casas de campo que tenía la adinerada e influyente familia para la que trabajaba. Una de las casas de campo favoritas de la familia se llama Esterhàza, y se encuentra en la actual Hungría, cerca de la frontera con Austria. El trabajo para los músicos se multiplicaba en la temporada de verano, ya que los Esterhàzy, grandes amantes de la música, recibían numerosísimos invitados a los que no dudaban en homenajear con diversos entretenimientos, muchos de ellos musicales, tales como representaciones operísticas (a veces hasta ¡dos por semana!), música de cámara, conciertos de su espléndida orquesta... Haydn era uno de los grandes atractivos para los visitantes, ya que, sin él saberlo, se había convertido en un afamadísimo compositor, cuya fama crecía y crecía por toda Europa... pero esa es otra historia. En la casa tenía que atender a la composición, encargarse de los ensayos, supervisar las representaciones, era el responsable del material, y también tenía que velar por el cumplimiento de su deber de los músicos, instrumentistas y cantantes, así como interpretar la música diaria que el príncipe tuviera a bien escuchar...

Un verano, la temporada se prolongó más de lo habitual. El buen tiempo persistía, y los Esterházy estaban muy a gusto en el campo, disfrutando de todas las diversiones y placeres que la naturaleza les ofrecía. Muchos de los músicos llevaban meses sin ver a sus familias, que estaban en Viena, y empezó a cundir el malestar entre ellos, hasta que llegó a oídos de Haydn. Como en aquellos tiempos no estaba bien visto que la servidumbre comunicara a su patrón estos negativos sentimientos, -ni ningún otro-, decidió insinuárselo con música. Para ello compuso una sinfonía en la que los músicos no terminan de tocar todos a la vez, como era lo normal en las codas típicas del Clasicismo:

coda de la Sinfonía Haffner, de Mozart


... sino que irían terminando poco a poco. Los músicos de la orquesta recibieron instrucciones del maestro: cuando un músico terminara su parte, en lugar de aguardar en su sitio a que terminaran los demás, debía levantarse silenciosa y respetuosamente, recoger su partitura y abandonar la sala... con la consiguiente sorpresa de los asistentes, que vieron con asombro cómo los músicos iban saliendo uno a uno. A esta sinfonía se le conoce como Sinfonía de los Adioses, y es una curiosa reivindicación laboral hecha con música. ¿Cómo terminó la historia? El príncipe, que era hombre inteligente y sensible, enseguida entendió la indirecta y no dudó en atender la musical petición de aquéllos que tan placenteros momentos musicales le proporcionaban, regresando a Viena casi de inmediato.

Franz Joseph Haydn. Sinfonía nº 45 en fa sostenido menor, Los adioses.

1. Allegro assai
2. Adagio
3. Minueto. Allegreto.
4. Finale. Presto. Adagio

19 diciembre 2006

Idomeneo y el miedo

Otra vez volvemos a la ópera. A punto de terminar el año Mozart, la ópera de Berlín vuelve a estrenar el controvertido montaje de su ópera Idomeneo, re di Creta. Tan sólo hace unos meses fue retirada del cartel, en un acto de autocensura, a causa de que el director artístico, Hans Neuenfels, había incluido una escena en la que se veían las cabezas cortadas de Jesús, Buda, Mahoma y Poseidón. No es que en el libreto aparezca todo esto: la acción se desarrolla en Creta, justo después de la guerra de Troya (y a poca historia que sepáis, todos sabréis que tanto Jesús, como Buda y Mahoma son posteriores a dicho acontecimiento; Poseidón pertenece a la mitología griega, por lo que sí vendría a cuento.) La historia nos cuenta cómo Idomeneo, para librarse de una muerte segura, ofrece a los dioses el sacrificio de su propio hijo, cosa de la que se arrepiente de inmediato... Los dioses toman venganza, pero la historia termina bien (lieto fine de la época, ahora happy end).

Si escarbamos un poco, veremos que, en realidad, Hans Neuenfels no sólo ha tratado de conseguir popularidad y llamar la atención sobre su versión de esta ópera (como hacen tantos y tantos otros), sino que ha pretendido mostrarnos de un modo elocuente que Idomeneo trata de liberarse de la atadura a la que le someten sus propias creencias, y quiere simbolizarlo con las decapitadas cabezas de Poseidón (dios principal de la cultura micénica) y de las tres figuras históricas principales de las tres principales religiones monoteístas de la historia de la humanidad.
Después de la que se organizó a cuenta de las caricaturas de Mahoma, cualquiera tendría miedo. El miedo es lícito, pero la cobardía nunca ha logrado sacar de los humanos lo mejor de sí mismos, ni en el mundo del arte ni en ninguna otra faceta. Yo sé muy bien que no quiero otro 11-S. Ni tampoco otro 11-M. Me da miedo sólo recordarlos. Pero sé que tampoco quiero que los logros que tanto han costado a mi civilización, y que son lo mejor que tenemos, se desvanezcan por miedo.
El miedo retiró de los escenarios este montaje, y la lucha por la libertad de expresión lo devuelve al lugar del que nunca debió salir. ¿Por qué no permitir al público opinar? El público berlinés será lo suficientemente maduro como para entender la analogía, y sabrá decidir si esta puesta en escena le gusta o no... en el caso de que las autoridades sean lo bastante respetuosas con el arte como para permitir la representación. Los políticos, algunos políticos, prefieren la autocensura al respeto y prefieren dirigir los pensamientos antes que permitir la libertad. Y eso, en mi modesto entender, es una cobardía.
A la derecha tenéis fragmentos de textos que han sido censurados: internet también sufre la censura en muchos lugares. Yo hoy los puedo poner aquí, pero si damos marcha atrás en cosas tan aparentemente poco importantes como esta representación de una ópera de Mozart, quizá lo próximo será que los artistas dejen de crear, y que los oyentes no podamos elegir qué ver ni qué escuchar. Mozart fue muy valiente en muchos de sus planteamientos, se puede percibir en toda su obra: es una de sus grandezas.
Escuchadle sin miedo, y no dejéis que nadie piense por vosotros.

08 octubre 2006

Cadencia... una definición con ejemplo

Es una hermosa palabra que tiene un montón de significados. Pero hoy vamos a dejar de lado los significados más poéticos, y vamos a centrarnos en uno de carácter técnico, al que en música frecuentemente se le llama en italiano, cadenza, para distinguirlo de otras cadencias.

Según el Diccionario Akal-Grove de la Música, publicado bajo la dirección de Stanley Sadie, una cadenza es Un pasaje virtuosista próximo al final de un movimiento de concierto o un aria. [...] La mayoría de las primeras cadenzas se improvisaban y no eran nunca temáticas, pero en la década de 1780 Mozart comenzó a escribir cadenzas temáticamente relacionadas con el movimiento al que pertenecían.

Escuchad la cadenza del tercer movimiento del Concierto para violín y orquesta nº 3 en Sol Mayor K 216. Fue compuesto en 1775 (antes de que Mozart decidiera escribir él mismo las cadencias), y deja al gusto del intérprete que la desarrolle como mejor le parezca... Seguro que Mozart también se habría divertido con las ocurrencias del espléndido violinista Gilles Apap.

Gracias a Nieves por el envío... espero que nos veamos pronto.