02 abril 2007

Beethoven...



... ¿ese es el que estaba sordo? Sí. ¿Y cómo podía componer sin oír? Para componer no es necesario oír: la música sale de dentro. ¿Por qué a todos los compositores les pasaba algo malo? -les encantan las generalizaciones-... y entonces me toca desfacer ese entuerto tratando de no perder el hilo de la clase que tengo programada... pero si sirve para que quede algo, lo doy por bien empleado.

Beethoven empezó a tener problemas de oído aproximadamente en 1798, cuando era un joven compositor que saboreaba las mieles del éxito en Viena, su ciudad de adopción. Ni siquiera había estrenado la primera de sus Sinfonías. Trató de disimular, pero la progresiva pérdida de la audición le llevó a la sordera absoluta en unos pocos años. Se han realizado estudios para determinar el origen de la sordera de Beethoven, sin resultados demasiado concluyentes: laberintitis (infección del oído interno de procedencia intestinal), sífilis... Quizás os resulte interesante escuchar una de las obras anteriores a su problema auditivo.

Sonata para piano nº 7 en re Mayor Op. 10 interpretada por Wilhelm Kempff

1. Presto

2. Largo e mesto

3. Menuetto. Allegro

4. Rondó. Allegro



Al principio se sumió en la desesperación. Le encantaba vivir en sociedad, adoraba la admiración que despertaba en los más altos círculos vieneses... y esta enfermedad era lo peor que le podía suceder a un músico. Huyó de Viena. Se instaló en una cercana población, Heiligenstadt, rodeada de hermosos bosques. Allí se dedicó a la meditación y pensó incluso en el suicidio. Escribió su famoso testamento de Heiligenstadt, y, tras desechar la idea de la muerte, se refugió en su propia creatividad, en su fabulosa imaginación, en su universo musical propio, ahora más propio que nunca a causa del obligado aislamiento, iniciando una nueva era compositiva que no sólo proporcionaría a la humanidad algunos de sus mayores tesoros, sino además abriría de par en par las puertas del futuro a una nueva generación de compositores que jamás hubieran escrito lo que escribieron de no haber sucedido las cosas de esa manera...

Hacia 1814 tuvo que dejar de tocar en público: se cuentan anécdotas de los patéticos intentos que realizó como pianista, tratando de tocar sin poder oír nada, como en una ejecución de su Trío Archiduque en el que apenas podía seguir al violín y al violonchelo.

Trío para piano en Si bemol Mayor Archiduque, Op. 97, en la interpretación del Trío Bellas Artes

1. Allegro moderato

2. Scherzo. Allegro

3. Andante cantabile, ma però con moto. Poco più adagio

4. Allegro moderato




A partir de 1816 empezó a utilizar trompetillas para paliar su sordera, algunas de las cuales se han conservado, y desde 1818 fue necesario que las personas que conversaban con él le escribieran en sus valiosos cuadernos de conversación, gracias a los cuales podemos saber lo que la gente le decía... aunque no lo que él contestaba...

¿Cómo hubiera sido su música de haber tenido intacto su sentido del oído? Podemos especular sobre ello, ya que está de moda hacerlo sobre los más variopintos e intrascendentes temas... Hubiera sido distinta, claro está. Pero, yo me pregunto... si pudiéramos escuchar la música de Beethoven como si fuéramos recién nacidos, sin saber nada de él, ¿encontraríamos en ella pistas sobre su problema físico?, ¿nos daríamos cuenta de hasta qué punto fue atormentada su vida?, ¿descubriríamos sus carencias afectivas, su difícil infancia, sus complicadas relaciones personales, su amor a la naturaleza, su fe en la humanidad? Probablemente no. Pero con o sin conocimiento de su vida, aparte del morbo que puede producir en mis alumnos un músico sordo, siempre que me preguntan que por qué no me gusta tal o cual grupo de moda, les respondo que porque después de haber escuchado a Beethoven una se vuelve exigente... quizás no tanto como él lo fue con su música, que sólo veía la luz después de largas cavilaciones y maduraciones... pero tras vivir en su música todo ese mundo rico, complejo, variado, contradictorio, hermoso, sublime, enérgico, tierno, vibrante y, más que ninguna otra cosa, absolutamente humano, es difícil, o muy difícil, escuchar otra música sin que resulte, cuanto menos, anodina...

Y como siempre, me resulta imposible decidir qué obra proponer aquí que pueda resumir todo lo que Beethoven nos da; siempre que veo cómo los especialistas en música popular del siglo XX se afanan en poner una etiqueta tras otra para clasificar todos esos subestilos, no puedo por menos que pensar que cada una de las sonatas de Beethoven tiene más personalidad y es más diferente del resto... siendo todas sonatas para piano y siendo todas de Beethoven... Pero como Beethoven es hombre popularmente conocido como de mal e impetuoso carácter, y sus músicas más conocidas son quizás las más llenas de vibrante energía, os propongo una muestra de su faceta más sensible e íntima: así os haréis cargo de su compleja humanidad.


Sinfonía nº 9. Adagio molto e cantabile. Interpretada por la Chamber Orchestra bajo la dirección de Nikolaus Harnoncourt.

SÍ A LA MÚSICA

4 comentarios:

ANTONIO SEGOVIA dijo...

Ese fragmento de la 9º que has puesto es mi favorito con diferencia. Con el himno de la Alegría pasa como con el canon de Pachelbel, pero este fragmento es música del alma...
Dices que no sabemos lo que respondería Ludwig a sus interlocutores; cierto, pero Beethoven aun nos habla: ¡qué dulce es su voz!

Marian dijo...

Sin menospreciar al resto... lo bueno que tiene la Sinfonía en general, y esta en particular, es que encierra un mundo entero en si misma. Pero, efectivamente, este movimiento es especialmente conmovedor, y sí que parece que nos habla dulcemente, susurrando, al oído, al corazón, al alma... lástima que él nunca pudiera escucharlo para comprobar físicamente toda la belleza que había creado...
Pero, fíjate, el último movimiento jamás ha llegado a cansarme por más que lo he oído; creo que eso sólo sucede con la música excepcional: ni que la usen como himno, ni que la pongan en todos los anuncios, ni que la cante Miguel Ríos... nunca ha perdido para mí un ápice de su frescura. Hala, voy a escucharla entera otra vez. :D

Anónimo dijo...

Hola!

No tengo nada que ver con sus alumnos, pero me he aventurado a escribir en su blog pq éste ha sido una sorpresa muy grata para mi, pues andaba buscando información acerca de Haydn en el Google y me ha apareicido su enlace.

El motivo de mi post no es otro que felicitarla por su blog, con el cual anima a sus alumnos (de secundaria?!) a que conozcan y se interesen por la música clásica, algo qeu en los dias en que vivimos es bastante difícil. Cuantos profesores con esta capacidad hacen falta. :-)


Una vez más, felicidades y a seguir así!


Gmª!

Marian dijo...

Pues se agradecen el comentario y los ánimos... efectivamente, estoy en Secundaria, aunque corren malos tiempos para las enseñanzas artísticas en general y para la música en particular. Así que, ver que hay quien cree que esto puede servir para algo es un aliciente para seguir... ¡Gracias!