16 noviembre 2006

E lucevan le stelle...

Para los que no conozcáis la increíble y triste historia de amor, intrigas políticas, acoso sexual, lucha por la libertad, pasión por el arte, traición, ambición... y tantas otras cosas que se viven en Tosca, os traigo aquí uno de sus momentos culminantes, casi casi al final.
Un hombre, un artista, Mario, está a solas en su celda. Ha conseguido de su carcelero papel y pluma para escribir una última carta: ha sido cruelmente torturado, está condenado a muerte y quiere despedirse de su amada Tosca. Y escribiendo esta carta, de un apasionado sollozo brota este aria en la que se cruzan sus sentimientos y recuerdos. Revive los momentos que vivió junto a ella, el fulgor de las estrellas durante la impaciente espera, el olor a tierra en el jardín... y del recuerdo hermoso surge desgarrador el miedo a la muerte, y su grito desesperado de amor a la vida.
El modo en que Puccini nos ha ido conduciendo hasta aquí es magistral. La acción se nos presenta en perfecta unión con la música; el drama gana en interés compás a compás, hasta llegar al inesperado e inolvidable final. No es de extrañar que Tosca sea la ópera favorita de muchos melómanos, y que sea el papel soñado de todas las sopranos que inician su carrera; y no es raro que este aria esté en el corazón del público, tanto del que frecuenta los teatros, como de los curiosos primerizos... y, por supuesto, de Tomás, que es el culpable de que comparta hoy toda esta belleza con vosotros... Ojalá que la disfrutéis tanto como nosotros...



E lucevan le stelle... ed olezzava la terra... stridea l'uscio dell'orto... e un passo sfiorava la'rena... Entrava ella, fragrante, mi cadea fra le braccia... Oh! dolci baci, o languide carezze, mentr'io fremente le belle forme disciogliea dai veli! Svanì per sempre il sogno mio d'amore... L'ora è fuggita... E muoio disperato! E non ho amato mai tanto la vita!...
Y brillaban las estrellas y olía la tierra... chirriaba la puerta del huerto y unos pasos hacían florecer la arena... Entraba ella fragante y caía entre mis brazos... ¡Oh dulces besos, lánguidas caricias! Mientras yo estremecido las bellas formas iba desvelando... Para siempre desvanecido mi sueño de amor... Ese tiempo ha acabado... ¡y voy a morir desesperado! ¡Y jamás he amado tanto la vida!
Texto y traducción de Kareol.
Canta Franco Corelli, tenor.

2 comentarios:

ANTONIO SEGOVIA dijo...

Acabo de escuchar (y ver): aun tengo los pelos de punta... ¡¡Qué chuloo!!

Anónimo dijo...

Es impresionante, no se puede decir más en tan poco tiempo. Espero que siempre brillen las estrellas para nosotros. Este aria va directa al cerebro. Gracias por tu maravilloso regalo.