Contra el fracaso escolar, menos arte.
Painting, fotografía de Emma McIntaggart
Las estadísticas no mienten: es grande el número de alumnos que abandonan la ESO en 3º, el penúltimo de los cursos de la enseñanza obligatoria. Lo saben los profesores, lo saben los alumnos, lo saben los padres. Lo saben hasta los políticos. Si nos pregunta a cada uno de los implicados, probablemente estaremos de acuerdo en muchas razones: la sociedad, con su cambio de valores. El poco tiempo que pasan los padres con los hijos. La falta de hábitos de estudio. El exceso de oferta de ocio. La falta de autoridad del profesorado. Y muchísimas mas.
Las novedades que traen consigo las nuevas leyes educativas quieren terminar con este abandono del sistema, y han tomado éste como uno de sus principales objetivos. Así, han habilitado algunos paliativos que, se supone, van a mejorar los resultados. Uno de ellos es modificar el número de asignaturas que debe cursar cada alumno en su educación obligatoria.
Ahora, querido lector, puedes pensar: ya va la profesora de música a defender su asignatura... porque si hemos de eliminar algo para reducir el número de asignaturas, empezaremos por las menos "importantes", no vamos a eliminar ni lengua ni mates, faltaría más. Pues no exactamente. Si yo viera en el nuevo currículo y en la nueva distribución horaria el más leve indicio de que la situación va a cambiar, de que las destrezas en las áreas instrumentales de mis alumnos van a mejorar, de que con estas modificaciones va a haber mejores resultados académicos y menos abandonos en la E.S.O... -y esto no es demagogia- yo sería la primera en asumir los cambios con deportividad.
Pero con tanto agobio como dicen los "expertos" en educación (encerrados en sus despachos: con asesores, sí, pero alejados desde hace años de la realidad de las aulas) que tienen nuestros alumnos, no se han aumentado las horas de lengua ni de matemáticas. Entonces... ¿dónde han ido a parar las horas que se han quitado a las enseñanzas artísticas? A la nueva asignatura de Educación para la ciudadanía, y a la no evaluable de Lectura. Si sumamos a todas éstas las horas de religión ("evaluable pero que no cuenta a efectos de paso de curso ni de obtención de título"), y que son obligatoriamente dedicadas a "nada" para los alumnos que no la elijan (ya que si hicieran "algo", los de religión estarían en desventaja)... tenemos un puñado de horas lectivas que entran dentro de las 30 semanales que, desde luego, no van a contribuir a mejorar en nada las destrezas básicas ni la cultura general de nuestro alumnado.
Porque aquí hay varias trampas que todos los profesores vemos, pero que de cara a la galería pueden quedar muy fotogénicas. Por ejemplo: la hora de lectura. Una hora por curso entre 1º y 3º de E.S.O. que, sobre el papel, puede parecer muy interesante, ya que a nadie se le escapa la poca afición a tan imprescindible tarea que tienen nuestros jóvenes. Primera trampa: no es evaluable. Cualquiera que esté en contacto con alumnos de esta edad sabe que una de las pocas armas con las que contamos los profesores es la nota. Y aún sabiendo que los puedes suspender, cuesta trabajo hacerles hasta sacar el libro (gratuito y por tanto no valorado ni cuidado: otra trampa, pero esa es otra historia), por no hablar de realizar actividades. Segunda trampa: no la darán especialistas del departamento de Lengua y Literatura, sino cualquier profesor de cualquier especialidad. Tercera trampa: el silencio y el orden necesarios para el desarrollo de la lectura, ¿serán posibles en una clase llena de alumnos que saben que lo mismo da que lean que no? No habrá quien les haga callar.
Así que las enseñanzas artísticas son sacrificadas en aras de... NADA.
"Los alumnos tienen en 3º muchísimas asignaturas". "En 3º hay un elevadísimo porcentaje de abandonos: hay que frenarlo". ¿Tienen relación estas dos afirmaciones? Los políticos dicen que sí, que los alumnos de 3º se agobian con tanta asignatura y que no se sienten capaces de superar el curso, por lo que acaban por abandonar. Si yo viera que mis alumnos de 3º (nivel en el que tengo una experiencia ininterrumpida de 16 cursos) están agobiados, y que fracasan tras intentar denodadamente aprobar todo ese montón de asignaturas, lo reconocería sin dudarlo. Pero entre mis alumnos de 3º veo mayoritariamente (excepto honrosas excepciones: y conste que muchos de los chavales que "fracasan", es decir, "suspenden", son tan honrosos como el que más) una apatía y un abandono tan grandes que ni reduciendo el número de asignaturas a la mitad serían capaces de sacarlas adelante. Es impresionantemente bajo el nivel de exigencia: exámenes de tipo test en los que no se resta por las respuestas incorrectas, hechos en clase y colgados en internet, repetidos curso tras curso... y aún así, suspenden masivamente. Muchos de ellos tienen un historial de suspensos tan enorme que hace años que tiraron la toalla, y pasan al curso siguiente con todo suspenso. Vuelven a suspender: ya no pueden repetir porque han repetido una vez en el ciclo. Pasan nuevamente de curso. Se les dan clases de repaso de las asignaturas pendientes... y no acuden. A los exámenes de recuperación ni se presentan. Se plantan en 3º y ahí es cuando cumplen los 16: fin de la enseñanza obligatoria. Abandonan sin título.
La administración quiere menos abandonos y más titulaciones. Por eso plantea otra reforma más... Pero ¿quiere que los alumnos estén mejor preparados? En esta nueva Ley Orgánica de Educación se restan horas de música y plástica (incumpliendo promesas electorales: véase el extracto del programa electoral del PSOE más abajo, según el cual se iba a potenciar la presencia de las enseñanzas artísticas en la educación general). A mí, personalmente, esta nueva reforma me parece sólo maquillaje, y la lamento profundamente porque es dejar pasar una nueva oportunidad... pero igual estoy equivocada y no conozco suficientemente la realidad de las aulas.
SÍ A LA MÚSICA
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